martes, 29 de diciembre de 2015

UN PAÍS LLAMADO GRECIA


Por sorprendente que nos pueda parecer para una civilización de tal poderío, nunca existió un estado que englobara a todos los griegos, ni un país llamado “Grecia”. Fueron los romanos, siglos más tarde, quienes llamaron “griegos” a los habitantes de las costas del mar Egeo.

Los griegos se llamaron a sí mismos helenos.  Por eso la comunidad cultural que conformaron se conoce como Hélade. La Hélade no solo era entonces un país, ya que los griegos estaban organizados en una multitud de polis o ciudades- estado independientes, a menudo rivales entre sí.

La “polis” griega era un pequeño Estado independiente que abarcaba un núcleo urbano o ciudad, y las aldeas de alrededor, cuyos habitantes poseían los mismos derechos que los que vivían en la ciudad principal. Tenían además las mismas costumbres y adoraban a los mismos dioses. La polis era, además, autárquica en lo económico; es decir, podía vivir tranquilamente sin depender de otras zonas, era autosuficiente.




Estas ciudades no constituyeron en esta época unidades más amplias; es decir, no integraron un gran Estado político o un imperio. Grecia se caracterizaba por su fragmentación política. Las condiciones internacionales favorecían esta situación: el poderío persa sólo estaba naciendo, Egipto se encontraba en plena decadencia.

El pueblo griego pudo vivir con su régimen propio sin ser absorbido por ningún poder mayor. En este comienzo, entonces, la ciudad tenía una unidad con las aldeas que la rodeaban. En la ciudad, los edificios civiles y religiosos se disponían alrededor de una gran plaza, llamada agora. Allí se congregaba la gente, luego fue el sitio físico del mercado y el centro de la vida del pueblo griego.



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